Cumaná, terremoto 1929 |
Con epicentro en el Golfo de Cariaco al este de Cumaná, el sismo sacudió el Oriente del país a las 7:32 de la noche, hora local, provocando una ruptura de unos 30 kilómetros de longitud.
Cobró la vida de 100 personas y aproximadamente 3.000 viviendas fueron afectadas y/o destruidas. Los daños se extendieron a Cumanacoa, San Antonio de Maturín, San Antonio del Golfo, Muelle de Cariaco, Arenas y Santa Fé.
Cumaná, terremoto de 1929 |
El sismo de 1629 en cumaná: Aportes para una nueva historia sísmica del oriente venezolano. Rogelio Altez1, Frank Audemard2
1 Escuela de Antropología, Universidad Central de Venezuela. Venezuela.
2 Fundación Venezolana de Investigaciones Sismológicas (FUNVISIS). Venezuela.
2 Fundación Venezolana de Investigaciones Sismológicas (FUNVISIS). Venezuela.
Con la incorporación del terremoto de 1629 en la historia sísmica del Oriente venezolano, es posible precisar mejor el comportamiento sismogenético de la falla de El Pilar en proximidad a la ciudad de Cumaná. Hasta la publicación en el año 1999 de la última versión del catálogo sismológico de Venezuela, la sismología y la historia venezolanas desconocían la información certera y documentada sobre la existencia de un sismo destructor para el año de 1629 en el Oriente de Venezuela. Luego de investigar sobre la documentación allí presentada y de indagar en fuentes primarias directas, ha sido posible evaluar este terremoto y con ello completar la historia sísmica de la región, ubicar el evento en el tiempo y en el espacio dentro de la actividad sísmica de la falla de El Pilar, asignarle un valor a su intensidad máxima (Io VIII) y estimar su magnitud (Ms 6,1-6,3). Igualmente, al observar la segmentación de la falla incluyendo al sismo de 1629, fue posible estimar preliminarmente la recurrencia de eventos similares (150 ± 18 años) y su relación con los terremotos de 1797 y 1929.
La historia sísmica del Oriente venezolano tiene como protagonista principal a la ciudad de Cumaná. Desde los primeros intentos de explotación de los placeres perlíferos de las islas de Cubagua y Coche, en las primeras décadas del siglo XVI, hasta el terremoto de 1997 a finales del siglo XX, la región se ha visto afectada por un significativo número de temblores que dan cuenta de la mayor actividad sísmica del país. Las primeras narraciones referentes a estos eventos datan de 1530, justo cuando la conquista española planeaba asentarse en la desembocadura del río Manzanares, al construir un fuerte en ese lugar que custodiaba del asedio indígena la toma de agua dulce que asistía a la isla de Cubagua.
En efecto, en la catalogación sismológica existente hasta 1999, las noticias del sismo de 1629 en el Oriente venezolano eran prácticamente desconocidas. Por ejemplo, tal como se señaló, no se hace referencia al evento en la obra de Centeno Graü (1940 y 1969), o en la de Grases (1990), las cuales recolectan importante información sobre sismos destructores en Venezuela y el Caribe. Tampoco Fiedler (1961 y 1972), en sus aportes al impulso de las reevaluaciones de los sismos históricos, mencionó a 1629. Esto impidió que la sismología en general atendiera este terremoto y elaborara conclusiones al respecto.
Por otro lado, el evento jamás llamó la atención de historiadores y documentalistas expertos en el estudio de la región oriental venezolana. Por ejemplo, no se hace mención al terremoto en los importantes trabajos de Ojer (1966 y 1990), Carrocera (1968), o Da Prato (1990), al tiempo que otros temblores, como los de 1530, 1684 o 1797, sí son tomados en cuenta en esos y otros trabajos, aunque sin hacer mucho énfasis en la cuestión. De esta manera, hasta el presente, este terremoto no había contado con la atención de la investigación científica, o bien con el reconocimiento de su existencia en el proceso histórico del Oriente de Venezuela. En este sentido, y en consecuencia, los estudios sobre la sismicidad histórica de la región pueden considerarse incompletos al desconocer los efectos de este temblor. Con la publicación del Catálogo de sismos sentidos o destructores, Venezuela 1530-1998 (Grases et al., 1999), nueva documentación arrojó luces sobre el caso.
Ciertamente, en la página 65 de esa obra se ofrecen cinco extractos documentales que informan de la presencia de este terremoto, despertando con ello la atención sobre la fecha y su posible relación con la actividad tectónica de la región. Para el presente trabajo se han hallado otros documentos, así como también ha sido posible corroborar algunos de los originales citados en el referido catálogo, en reciente visita al Archivo General de Indias (AGI). Del mismo modo, ha sido posible reconstruir el contexto material de la ciudad de Cumaná hacia el propio 1629, lo cual ha permitido inferir sobre los efectos del sismo. Con estas informaciones se presentan nuevas conclusiones sobre la actividad del Sistema de Fallas de El Pilar, así como también se propone una versión ampliada y mejorada de la historia sísmica para el Oriente venezolano.
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