Dr. José Antonio Díaz Rojo
Investigador Titular, CSIC (Valencia, España)
Una de las vacilaciones léxicas que ha preocupado a los periodistas durante los últimos años es la existencia de las variantes parolimpiada, paraolimpiada y paralimpiada, así como de los correspondientes adjetivos parolímpico, paraolímpico y paralímpico. Como es sabido, el nombre designa la competición deportiva universal celebrada cada cuatro años en que participan atletas con diversas discapacidades. Las denominaciones oficiales inglesas adoptadas por el Comité Paralímpico Internacional son paralympics, paralympian y paralympic, y de ahí se han tomado las formas españolas aprobadas oficialmente paralimpiada y paralímpico, que han sido refrendadas por la Real Academia Española. La variante con para- es abrumadoramente más frecuente en los textos españoles, tanto periodísticos como no periodísticos, aunque las otras también se emplean, e incluso la forma con paro- ha sido recomendada por algunos lingüistas, alegando supuestos motivos etimológicos, como veremos más adelante. Sin embargo, acudir al origen etimológico para encontrar la solución más adecuada no parece que resuelva definitivamente el problema, puesto que la etimología del término es incierta. Es conveniente por ello realizar algunas reflexiones sobre esta palabra, que ayuden al periodista a conocer mejor el lenguaje empleado en su labor profesional.
Etimología de paralímpico: ¿acrónimo formado con para(pléjico) o compuesto con el prefijo para-?
Como suele ocurrir en los casos en que hay duda o vacilación lingüística, las opiniones de los expertos son diferentes, cuando no opuestas, y reflejan la diversidad de criterios enfrentados que entran en juego en el complejo problema de fijar la norma lingüística. La gramática, la etimología, el uso general, la corrección social, la eufonía, la adecuación al sistema, la transparencia conceptual y otros criterios son privilegiados en cada caso a la hora de elegir como correcta o preferible una forma sobre otra. En torno a paralímpico y sus variantes, diversos lingüistas han expresado su parecer. Destacamos la opinión de Valentín García Yebra -seguida por Fernando Lázaro Carreter2- y de Manuel Seco.
1. Para García Yebra1, la variante correcta ha de ser parolímpico; considera que se trata de un término compuesto del prefijo griego para- ‘junto a’ y olímpico. El académico recuerda que cuando se produce el encuentro entre dicho prefijo y una palabra que empieza por o-, la vocal a- del prefijo se pierde. Así tenemos, por ejemplo, paronomasia o paronimia, formadas con par(a)- y el sustantivo griego ónoma ‘nombre’. Esta misma opinión es compartida por Lázaro Carreter.2 Esta etimología alude al hecho de que esta competición deportiva se celebra paralelamente a la otra Olimpiada.
2. Manuel Seco3 defiende que el término es un acrónimo en que se cruzan las palabras para(pléjico) y (o)límpico; se toma el primer segmento de parapléjico, esto es, para-, y se une a -límpico, omitiendo la o- inicial, de lo que resulta la palabra paralímpico, que es la correcta, según este autor. Es cierto que el primer componente coincide con el prefijo griego para-, que ha servido como primer formante para crear paraplegia, pero desde el punto de vista estrictamente lexicogenético, se trata tan solo del primer segmento del acrónimo, y no del prefijo unido a un base. Esta etimología hace referencia al hecho de que en los comienzos de estos juegos participaron únicamente personas parapléjicas.
Entre otros usos, el prefijo para- se emplea para expresar cierto tipo de similitud, es decir, relación que se establece entre cosas que comparten atributos en común, pero que no llegan a ser iguales o idénticas; así, tenemos paraliteratura, paramédico o parafarmacia, que denotan realidades similares a la literatura, los médicos y las farmacias, respectivamente, pero, en el fondo, de categoría inferior. Esto hace que los términos formados con este prefijo adquieran un cierto matiz peyorativo o cuando menos connoten carácter de sucedáneo. Si hacemos participar al prefijo para- en la formación de paralímpico, ¿no podemos contribuir a sugerir que las paralimpiadas son competiciones de segunda clase?
La opinión de los organismos paralímpicos
Las páginas electrónicas oficiales de los organismos encargados de la organización de los juegos paralímpicos insisten en que el término paralympic no deriva de paraplegia.4 Con relación al primer formante para-, se señalan tres procedencias: la palabra latina para- ‘con’, el griego para- ‘junto a’, y el primer segmento de la palabra paralelo. En los tres casos, se hace hincapié en que el nombre está motivado por el hecho de que se trata de unos olimpiadas paralelas, y que la denominación, por lo tanto, no guarda ninguna relación con el término paraplegia. Sobre la supuesta etimología latina, conviene recordar que en latín no existe el prefijo para-.
Dada la existencia de opiniones tan diversas, no parece que la etimología -y, por tanto, cuál ha de ser la variante correcta- esté suficientemente clara. Junto a esto, la insistencia en desvincular la palabra paralympic de paraplegia por parte de los comités paralímpicos muestra un interés en evitar o silenciar cualquier relación con este término, quizás por considerar que se trata de una palabra demasiado cruda y directa para la actual sensibilidad marcada por lo «políticamente correcto». Aunque en el término paralympic -y paralímpico- el supuesto étimo paraplegia esté oculto o enmascarado, su sola mención o posible reconocimiento parece que quiere ser evitado por los comités paralímpicos.
Es probable que en su origen los creadores del término paralympic formaran la palabra a partir del inglés paraplegia, pues en el momento de su acuñación a mediados del siglo XX los únicos atletas participantes en los juegos paralímpicos eran parapléjicos. El origen de esta competición se remonta a unos juegos organizados en 1948 por el doctor Ludwig Guttmann, neurocirujano del Stoke Mandeville Hospital de Aylesbury (Inglaterra), que se hicieron coincidir con la Olimpiada de Londres, como parte de un programa de rehabilitación para pacientes de lesión medular en silla de rueda iniciado durante la Segunda Guerra Mundial, y que recibieron el nombre de Ninth Annual International Stoke Mandeville Games. Es en 1960, y dentro de los Juegos Olímpicos de Roma, cuando la competición adquirió carácter oficial. Hasta 1972 sólo participaron deportistas parapléjicos, por lo que no es extraño, como ya indicamos, que cuando el término se acuñó a mediados de siglo se recurriera a la palabra paraplegia o paraplegic para formar el acrónimo que denominara los juegos. Esta es la opinión del Diccionario Merrian-Webster Online,5 que considera que el origen de paralympics es una combinación de para(plegic) y Olimpics, señalando como fecha de creación el año 1953. Conviene recordar asimismo que el propio Gutmann empleó el sintagma Olimpics of the Paralyzed para llamar a los juegos. La denominación de Paralympic Games fue aprobada oficialmente en 1984 por el Comité Paralímpico Internacional, si bien con anterioridad el término ya se empleaba en documentos y en otros textos. Actualmente, los juegos paralímpicos están también abiertos a personas que sufren otras discapacidades, y no solo a parapléjicos, pero esto no puede borrar el probable hecho de que históricamente el término aludiera solo a los atletas que padecían paraplejia.
La postura de la Real Academia Española: uso institucional frente a gramática
El Comité Paralímpico Español reclamó que se reconociera oficialmente la denominación paralímpico. Para ello, la Secretaría de Estado para el Deporte solicitó a la Academia6 su postura sobre el asunto, y ésta dio la siguiente respuesta:
Aunque la formación lingüísticamente correcta hubiera sido paraolímpico o parolímpico, tiene razón el Comité Paralímpico Español al decir que carecería de sentido tratar ahora de defender una de esas formas frente a la ya consagrada por el uso del Comité Internacional, en Juegos Paralímpicos. De modo que se puede seguir manteniendo la forma paralímpico, que será incluida en la próxima edición del Diccionario Académico, registrando el uso acreditado.
Como puede verse, la RAE considera morfológicamente incorrecta la forma paralímpico, pero la acepta al estar consagrada por el uso oficial de los comités paralímpicos internacional y español. En este término, la Academia da prioridad al uso institucional frente a lo que considera como variantes más gramaticales. Este caso es un reflejo de la tensión entre gramática y política, es decir, nos ilustra de cómo la norma léxica se construye como una convención social basada en criterios no solo lingüísticos sino también extralingüísticos. En efecto, tal como la RAE prometió en su nota dirigida a la Secretaría de Estado para el Deporte, la nueva edición del diccionario académico7 ha registrado los términos paralímpico y paralimpiada o paralimpíada como preferentes, a los que además remiten los también aceptados parolímpico y parolimpiada o parolimpíada.
Conclusión
Cuando se producen vacilaciones lingüísticas, es normal que el hablante, y particularmente el periodista, necesite una orientación que le indique la variante más correcta. Es entonces cuando los lingüistas y otros expertos expresan su opinión y proponen su mejor solución. Pero es también normal que los autores no siempre muestren acuerdo pleno, y que los periodistas y escritores que consulten más de una fuente en busca de orientación se vean muchas veces más confusos que al principio ante la discrepancia entre las diversas propuestas. Paradójicamente, en estos casos, las recomendaciones de manuales de estilo, diccionarios de dudas, glosarios, artículos, notas y otros documentos normativos contribuyen a sembrar más dudas en el periodista. Por eso, lo más efectivo sería que éste adquiriera una buena formación lingüística que le permitiera valorar y comparar propuestas diferentes y formarse así un criterio propio, teniendo siempre presente que en temas lingüísticos lo más prudente es alejarse de dogmatismos y posturas puristas. El periodista ha de recordar que la norma léxica es una convención social cambiante y relativa, basada en criterios gramaticales (sistema fonético, morfológico y ortográfico de la lengua), pero en la que también intervienen otros factores extralingüísticos, que no son desdeñables.
En el caso de paralímpico y sus variantes hemos visto que en su normalización entran en juego dos aspectos relacionados: su etimología y la elección de la forma más correcta. La RAE ha primado el uso institucional de los organismos olímpicos por encima de la supuesta corrección morfológica, y, a su vez, el uso generalizado de los medios de comunicación, que han seguido la variante oficial, parece que ha acabado por consagrar paralímpico, que se ha impuesto sobre las demás formas. En cuanto a la etimología, lo más probable es que se creara a partir del cruce entre paraplegic y olimpic, pero dadas las controversias y dudas al respecto, lo más prudente es que prescindamos de este dato a la hora de elegir las forma más aceptable, y tomemos paralímpico como variante preferida, siguiendo el uso consagrado.
Notas
[1] García Yebra, V. (1994). Términos de origen griego en el lenguaje deportivo. En: VV. AA. El idioma español en el deporte. Madrid, Fundación EFE, pp. 324-335.
[2] Lázaro Carreter, F. (2000). El dardo en la palabra. Barcelona, Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores.
[3] Seco, M. (2002). Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española. Madrid, Espasa Calpe.
[4] V. International Paralympic Committe. The Paralympian online [en línea] «http://www.paralympic.org»; Sidney 2000. Gamesinfo [en línea]. «http://www.gamesinfo.com»; Torino 2006. XX Giochi Olimpici Invernali [en línea] «http://www.torino2006.it». [Consulta: 7-1-2003].
[5] Merrian-Webster Online Dictionary [en línea] «http://www.m-w.com» [Consulta: 8-1-2003].
[6] V. IBSA news [en línea]. «http://www.ibsa.es/text/magazine/mag13n_cast.htm». [Consulta: 7-1-2003]
[7] RAE (2001). Diccionario de la lengua española. Madrid, RAE-Espasa Calpe10/03/2003
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