Apocalipsis. 3:1617

"Mas porque eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca."

Lo cultural/ideológico en manos explotadoras: manipula, mediatiza, limita y oprime hasta la total dominación.

domingo, 23 de enero de 2011

23 DE ENERO DE 1958: "CINCUENTA (y TRES AÑOS) DESPUES" .VENEZUELA


http://memoriasdevenezuela.blogspot.com/
ENSAYO
23 DE ENERO DE 1958
"CINCUENTA (Y TRES) AÑOS DESPUES"*
(Título original: Cincuenta años después) 
POR: ENRIQUE NÓBREGA

Cuando un solitario y ruidoso avión estremeció la silenciosa madrugada caraqueña del 23 de enero de 1958 muchos supieron lo que aquello significaba: Marcos Pérez Jiménez había huido de Venezuela.

Avión Presidencial "La Vaca Sagrada".
(De Wikipedia, la enciclopedia libre:
La Vaca Sagrada, un avión Douglas C-54 Skymaster cuatrimotor en exhibición en el Museo Aeronáutico de Maracay.La Vaca Sagrada es el apodo que recibió el avión presidencial usado a comienzos de los años 1950 por el dictador y entonces presidente de Venezuela Marcos Pérez Jiménez y que logró notoriedad en el país porque fue el avión que usó Pérez Jiménez y su familia cuando se se vio forzado a abandonar el país con rumbo a República Dominicana durante el Golpe de Estado de 1958 en Venezuela. No está claro cuándo comenzó a ser llamado «La vaca sagrada», apelativo que probablemente llevara desde su consignación como avión presidencial estadounidense.

 
La Vaca Sagrada es un avión de cuatro motores Douglas C-54 "Skymaster" y fue el primer avión presidencial adquirido por el gobierno venezolano, comprado por el entonces presidente de Venezuela Rómulo Gallegos.2 Sin embargo, cuando el avión llegó a Venezuela en 1948, ya había sido derrocado Gallegos y es la Junta Militar de Gobierno quienes hacen uso del avión. La aeronave, con registro oficial "7-ATT", se distingue además por llevar en ambos lados del fuselaje dos escudos de Venezuela. Fue extensamente utilizada por el dictador Marcos Pérez Jiménez en sus viajes por el país y por el exterior. También fue utilizada para transportar hacia Barranquilla a los insurrectos del fallido golpe militar el 1 de enero de 1958.

 
No se compró otro avión presidencial en Venezuela hasta el gobierno de Rafael Caldera, quien obtuviera un Avro 748 y luego, en los años 1970, durante el régimen de Carlos Andrés Pérez este compraría un modelo más voluminoso, Boeing 737 serie 200 y luego durante el gobierno de Hugo Chávez se adquirió un Airbus A319CJ en 2002.


Después de los sucesos en contra de la dictadura venezolana desde el primero de enero de 1958, Pérez Jiménez se vio imposibilitado de resistir la crisis militar. A pesar de que el coronel Simón Adolfo Medina Sánchez del Batallón Caracas presentó un plan para retomar la Escuela Militar, Pérez Jiménez comenta: “prefiero irme antes que matar cadetes”.3 El dictador se comunica con su esposa Flor y le dice que se prepare con sus tres hijas para salir del país. Suben a bordo además la suegra del general, Luis Felipe Lovera Páez (militar que se encontraba reunido con Pérez Jiménez en Miraflores), su esposa y sus dos hijos, los doctores Pedro Antonio Pérez Vivas, Pedro Antonio Gutiérrez Alfaro, Raúl Soulés Baldó y el "platinado" Fortunato Herrera.

Pérez Jiménez había ordernado a José Cova Rey, uno de los más fieles perezjimenistas, que buscara a Rimero Villarte para tener listo el avión. El avión prsidencial se encontraba en el aeropuerto de La Carlota y a las 2 de la madrugada del 23 de enero de 1958, piloteado por el mismo Cova Rey, despega el histórico vuelo, símbolo de la caída de la última dictadura en Venezuela.





El despege no contó con el servicio nocturno de balizaje, probablemente razón para que las baterías antiaéreas del Ministerio de la Defensa en Caracas no entraran en acción ni lo hicieran las naves que estaban en posición de combate en aguas de La Guaira, incluyendo el destructor Brión. Otras versiones aseguran que Pérez Jiménez, viendose derrotado, escribió un mensaje a la Comandancia de la Marina, avisando de su exhilio y solicitando tiempo para huir con su familia. El vuelo pasó por Curazao y luego enrumbó hacia Ciudad Trujillo—nombre con el que se conocía en ese entonces a la ciudad de Santo Domingo—.

Por ser propiedad de la Fuerza Aérea Venezolana, la nave  voló de retorno al país y actualmente reposa en exhibición en los terrenos del Museo Aeronáutico de Maracay).
El último dictador de nuestra historia política contemporánea había abandonado el poder por la puerta de atrás. Se había puesto fin al último período dictatorial militarista de nuestra historia reciente.




Pero aquel suceso, aquella huida, titulada en grandes caracteres por los periódicos de la época, no sólo significaba un vacío de poder, sino que era el producto de un peculiar golpe de Estado, o por mejor decir, había sido producto del empuje de una insurrección popular.

Por que a nuestro entender, y al de muchos especialistas antes que nosotros, durante aquella fecha asistimos en nuestra historia contemporánea al resultado inmediato de un estallido popular, al empuje de una sumatoria de fuerzas políticas, sectores sociales y gremiales, decisiones, convicciones y protagonistas individuales, que condujeron al fin de la dictadura, de la represión desmedida, del terror y del miedo.
El 23 de enero de 1958 fue el resultado final de una insurrección popular.


23 de enero, 1958
 Las protestas, huelgas y actos de rechazo decidido a los sectores populares, de la multitud hecha masa enardecida, superó las expectativas de muchos dirigentes y observadores de la época.

La calle superó a las organizaciones y a las instituciones, por lo menos en aquella coyuntura particular, que era, al mismo tiempo, el final de un proceso político entrecruzados, y el inicio de una nueva dinámica política y de esperanzas sociales en el futuro.
Sin querer jugar a las acomodaticias justificaciones del pasado, hay que precisar sin embargo, que aquel 23 de enero también fue el resultado de otras dinámicas que se deben conocer y valorar en cualquier reconstrucción e interpretación histórica de aquel hecho.
Aquella huida de última hora había sido producto de la presión, el enfrentamiento interno y las conspiraciones dentro de la propias Fuerzas Armadas. Ya desde principio del año, con el alzamiento del coronel Hugo Trejo, fue evidente la fractura dentro de la institución armada. Las diferencias y presiones no harían sino aflorar y evidenciarse en el resultado final.
No de otra forma puede entenderse la composición inicial de la Junta de Gobierno, conformada durante la propia madrugada del 23 de enero, integrada por militares, y que resulta fácilmente imaginable como producto e la emergencia, la improvisación, el oportunismo y las tensiones enfrentadas.
Aquella primera Junta de Gobierno estuvo conformada por el Contralmirante Wolfgang Larrazábal, quien la presidía en razón de su rango y antigüedad, los Coroneles Carlos Luís Araque (de la Guardia Nacional), Pedro José Quevedo (Director de la Escuela Superior de Guerra), Roberto Casanova, Abel Romero Villate y el Dr. Edgar Sanabria, el único civil, que fungiría como secretario de la misma.
El nuevo gobierno era expresión y reflejo de la institución armada, que se reacomodaba en el poder luego del resultado negativo de la jugada personalista y el error político cometido por Pérez Jiménez con el Plebiscito de diciembre de 1957.

Larrazabal y Richard (E.U.A.)Nixon
 Pero lo mas evidente y desmedido de aquella composición era la presencia de los coroneles Casanova y Romero Villate, dos oficiales reconocidos por su lealtad ante Pérez Jiménez. Se trataba entonces de un simple cambio de protagonistas, o mejor dicho, un reacomodo según los servicios prestados, para ejercer el poder y cambiar sin que nada cambiase.
Por supuesto, la presión popular impulsada por la Junta Patriótica a las puertas del Palacio de Miraflores, y la surgida dentro de las Fuerzas Armadas, lograron que los mencionados militares abandonaran la Junta de Gobierno, para ser sustituidos por civiles, que además eran empresarios: Eugenio Mendoza y Blas Lamberti. (NOTA DE "TAIMA": era la fase subsiguiente, ordenada desde E.U.A.)

Eugenio Mendoza (padre)
Aquí surge una de las paradojas de aquella peculiar situación política que propició la caída del régimen, la llamada unidad, el espíritu del 23 de enero. Los oficiales militares conspiradores del momento y los representantes políticos de entonces no entraron a formar gobierno una vez logrado el objetivo de aquella insurrección popular y militar, y no cabe más que preguntarse ¿por qué? (NOTA DE "TAIMA": Puede uno deducir Y COMPROBAR que eran las órdenes dadas desde el Gobierno norteamericano, para mantener asegurado el "ORDEN CONSTITUCIONAL", que sería favorable al Imperio del Gran Capital y a la Burguesía Criolla/extranjera, mientras asumían el CONTROL DEL PODER sus lacayos de la burguesía,  GOBERNANDO A SU FAVOR los gremios profesionales, los sindicatos, la iglesia católica, el ejército leal  y los partidos políticos, todos los cuales podrían gobernar "democráticamente" según los postulados gringos establecieron y establecen normalmente. Era como "dejar que se asentara la cosa" y volviese a tomar el rumbo previamente establecido por los "ellos" del Norte).
El hecho es que el Alto Mando Militar y los empresarios fueron los que condujeron aquel primer gobierno de transición hacia la democracia. Un testigo y protagonista del momento, el periodista Eleazar Díaz Rangel, ha llegado a afirmar al respecto:
“A la hora de la formación de Gobierno es de tal magnitud ese movimiento que tanto su real dirección militar como la civil fueron desbordadas, entre otras razones, por que ni una ni otra tenían real noción del poder ni era su objetivo conquistarlo. No tuvieron acceso a los altos niveles del Gobierno ni presionaron para alcanzarlos.

Es cierto que los principales dirigentes de los partidos políticos estaban en el exilio (Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba, Gustavo Machado y Rafael Caldera), pero ello no explicaría el porqué los partidos no entraron a formar gobierno. ¿Para qué se derroca un Gobierno?, ¿para qué se da un golpe de Estado? Una posible respuesta que apunte hacia el rescate de la democracia y la libertad, hay que decirlo, pecaría por demasiado ingenua, políticamente hablando.
Pero antes de continuar comentando aquel hecho, resulta pertinente retomar lo dicho hasta aquí, el 23 de enero fue producto de una insurrección popular y militar. Por supuesto que hubo más protagonistas, pero a nuestro entender su participación, si bien importante, fue decisiva.
Aquí entramos en el campo de las discusiones y los pareceres, abundantes en cualquier historia contemporánea y cercana, pero ello contribuye a enriquecer nuestro conocimiento del pasado al asumir diferencias con ánimo crítico y sin juicios valorativos. Se trata de intentar comprender.
Larrazabal y Richard (E.U.A.) Nixon
Cuando decimos que hubo otros protagonistas que contribuyeron al triunfo político escenificado aquel 23 de enero de 1958, nos referimos a lo que entonces se llamó el espíritu del 23 de enero, el espíritu de la unidad ante un mismo fin: el derrocamiento de la dictadura y la instauración de la democracia.
Larrazabal y Richard (E.U.A.) Nixon
Aquel espíritu quería significar la inusual y efectiva unión que se experimentó entre todos los sectores sociales y políticos que se oponían a la dictadura, o que mostraron diferencias con aquella, aunque fuera a última hora y una vez que todo parecía estar decantado.
Hablamos de los partidos políticos opositores, Acción Democrática (AD), el Partido Comunista de Venezuela (PCV), COPEI y Unión Republicana Democrática (URD), los cuales, en diferentes medidas, mantenían actividades opositoras activas, a los cuales se sumaron los gremios profesionales, los sindicatos y la iglesia católica.
Aquella variopinta unidad de intereses y actividades tomaron forma a través de la clandestina organización de la llamada Junta Patriótica, surgida en 1957 por iniciativa del PCV, que logró reunir a representantes de los partidos políticos antes mencionados.

A principios del año 1957, durante el 13º Pleno de Comité Central del II Congreso del PCV, quien entonces era el Secretario General del partido, Pompeyo Márquez, exponía aquella iniciativa con estas palabras:
El comité Central llama a la formación de un amplio frente nacional anti-continuista por la Amnistía, los derechos ciudadanos y las libertades democráticas que tengan por base:
-la lucha por la mas amplia amnistía política para todos los secuestrados, desterrados y perseguidos políticos, sindicales y militares;

-la lucha por la elaboración de un Estatuto Electoral que permita a todos los venezolanos, mediante el voto directo, universal y secreto, la expresión de su libre opinión en relación al problema de la sucesión presidencial. En estos momentos luchar contra toda reforma a la Constitución; hacer retornar a Venezuela a un gobierno constitucional respetuoso de los derechos ciudadanos y las libertades democráticas, donde no se persiga ni se detenga ni expulse ni se asesine a nadie a causas de sus ideas políticas.
La continuidad ideológica, los esfuerzos y una táctica clandestina más efectiva, dirigida a acercarse al trabajo con las bases antes que al derrocamiento abierto de la dictadura, terminarían por avalar y propiciar aquella iniciativa unitaria de los comunistas.
Otra cruel paradoja de la historia nos adelanta que quienes iniciaron los esfuerzos políticos unitarios, terminarían siendo excluidos del ejército y participación del nuevo gobierno implantado tras el 23 de enero de 1958, por razones que luego comentaremos.
Pero el hecho es que los esfuerzos y la organización desplegada por la Junta Patriótica desde la clandestinidad obtuvieron excelentes resultados. La organización de mítines relámpagos, acciones de la calle, publicación y distribución de panfletos y manifiestos, finalmente conducirían a la huelga general del 21 de enero, verdadero principio del fin de la dictadura.
A la distancia del medio siglo transcurrido de aquellos hechos, ciertos detalles aun nos siguen sorprendiendo e inspirando un profundo respeto. El que fuera Presidente de aquella organización clandestina, la Junta Patriótica, representante del partido URD, al mismo tiempo que ejercía abiertas y muy expuestas actividades públicas como el periodista del diario El Nacional, que además cubría la fuente política de Miraflores. Nos referimos a Fabricio Ojeda.

[En este 23 de enero, no debemos olvidar....
Periodista y guerrillero venezolano nacido en Boconó el día 6 de febrero de 1929 y asesinado [«suicidado»] en Caracas, en los calabozos del Servicio de Inteligencia de las Fuerzas Armadas (SIFA) el 21 de junio de 1966.


Periodista de La Calle, El Heraldo y El Nacional, representando a la Unión Republicana Democrática URD, alcanzó gran protagonismo en 1958 como Presidente de la Junta Patriótica (singular movimiento integrador nacional por encima de intereses particulares e ideológicos) que logró terminar política y militarmente con la dictadura que el teniente coronel Marcos Pérez Jiménez había establecido en Venezuela al asumir la Presidencia de la República en diciembre de 1952, y que supuso su derrocamiento por parte de las Fuerzas Armadas y su huida en el avión Vaca Sagrada hacia la República Dominicana el 23 de enero de 1958. Fabricio Ojeda realizó entonces la primera alocución pública tras producirse el vacío de poder, llamando a la tranquilidad patriótica: «Este no es el momento de la venganza.»
Tres días antes, el 20 de enero de 1958, ya se había producido el «pacto de Nueva York» [en presencia de Maurice Bergbaum, jefe de Asuntos Latinoamericanos del Departamento de Estado de los Estados Unidos del Norte de América] entre Rómulo Betancourt (de la socialdemócrata Acción Democrática AD), Rafael Caldera (del socialcristiano Comité de Organización Política Electoral Independiente COPEI) y Jóvito Villalba (de la nacionalista Unión Republicana Democrática URD), por el que los representantes de estos tres partidos sellaban su solidaridad frente a la tiranía militar de Pérez Jiménez, pero marginando, de paso, al también opositor Partido Comunista de Venezuela. Acuerdo reafirmado el 31 de octubre de 1958 en el «pacto de Punto Fijo» –nombre de la residencia de Rafael Caldera– cuando se comprometieron a respetar el resultado electoral y establecer un gobierno de unidad nacional (segundo pacto del que expresamente se orilló al Partido Comunista de Venezuela, pese a que había formado parte de la Junta Patriótica).

Fabricio Ojeda
 En las elecciones generales de 1958, de las que resultó elegido presidente Rómulo Betancourt (1959-1964), fue elegido Fabricio Ojeda diputado, de la URD, al Congreso Nacional, por el Distrito Federal. Se cumplió el pacto de Punto Fijo, el gabinete Betancourt lo formaron adecos, copeyanos y urredistas, y el tripartito se repartió entre su militancia cargos y gobernaciones... hasta que la URD se retiró del gobierno y del pacto en 1962, año en el que surgen las primeras guerrillas organizadas de Venezuela en el siglo XX, inspiradas por el ejemplo triunfante de la revolución cubana.

Fabricio Ojeda
uno de los fundadores de las 
Fuerzas Armadas de Liberación Nacional
Fabricio Ojeda, maestro, periodista y diputado, estudioso de la independencia de Cuba y admirador de la revolución cubana (que conoció directamente en sus primeros meses, al residir un tiempo en Cuba en 1960), renunció a sus cargos en 1962 y se unió a las guerrillas. Ese mismo año de 1962 apareció publicado en La Habana su libro "Presencia revolucionaria de Martí". Se hizo famosa su carta de renuncia como diputado, de 30 de junio de 1962...

Fabricio Ojeda fue uno de los fundadores de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional FALN, constituidas formalmente el 1º de enero de 1963 (al agruparse el Frente José Leonardo Chirinos –Douglas Bravo, Elías Manuitt Camero–, el Movimiento 2 de Junio –comandante Manuel Ponte Rodríguez, capitán Pedro Medina Silva–, la Unión Cívico Militar –teniente coronel Juan de Dios Moncada Vidal, comandante Manuel Azuaje–, el Movimiento 4 de Mayo –capitán Jesús Teodoro Molina, comandante Pedro Vargas Castellón– y el Comando Nacional de Guerrilla). En las guerrillas llegó a obtener el grado de comandante y presidió el Frente de Liberación Nacional FLN en el distrito Argimiro Gabaldón.
Detenido fue sentenciado por un Consejo de Guerra a 18 años de presidio por Rebelión Militar. Pero recluido en la cárcel de Trujillo logró fugarse en compañía de otros compañeros. Apresado de nuevo en junio de 1966 en Caracas, fue asesinado cuatro días después (aunque en la versión oficial se aseguró suicidio). ]
Pero por otra parte, por lo que puede entenderse del análisis crítico de varios testimonios directos del momento, incluso los propios cálculos y las expectativas de la Junta Patriótica y sus dirigentes, llegaron a ser superados por el arrojo y la iniciativa populares. De allí nuestra caracterización de aquel momento como una insurrección.
La participación popular, además, no fue un fenómeno estrictamente caraqueño, tal como había ocurrido en otras importantes fechas y hechos de nuestra historia política, sino que se extendió a varias ciudades y poblados del país.

Las dos amenazas mas serias para cualquier régimen político, y en particular para el gobierno ilegitimo de Pérez Jiménez, tomaban forma en enero de 1958: la oposición militar y el rechazo popular abierto.
Las causas directas del fin de la dictadura vista desde su propio interior, necesariamente nos remitan al año de 1957. Aquel año representaba el fin del periodo constitucional del Gobierno de Marcos Pérez Jiménez iniciado en 1953.
Si bien el inicio de aquel gobierno estaba ligado a un burdo fraude y al desconocimiento de los resultados electorales de 1952, lo que deslegitimaba una vez más, hacia el final de los mismos vendría a sumarse una nueva burla de la voluntad política general.

A finales de 1957 debían realizarse elecciones generales, pero el régimen que se volvía cada vez mas personalista, al punto de concentrar el poder y las decisiones en el Presidente Pérez Jiménez, el Ministro de Interior Laureano Vallenilla Lanz (hijo) y el Director de la Seguridad Nacional, Pedro Estrada, terminaron por decir y sorprender al país entero con un cambio: antes que elecciones generales, se realizaría un Plebiscito para responder si o no, sobre la continuación de Pérez Jiménez en el poder.
Era una burla abierta y descarada, pero al mismo tiempo constituyó el mayor error político de Pérez Jiménez, pues olvidando que había llegado y se sostenía en el poder por el apoyo de las Fuerzas Armadas, con su salida personalista desconocía aquel decisivo apoyo. Lo que vino después lo hemos referido a medias y es momento de completarlo.

El Plebiscito se realizó el 15 de diciembre de 1957 y Pérez Jiménez fue proclamado presidente para un nuevo periodo el día 21. El nuevo año se iniciaría con el levantamiento militar del Coronel Hugo Trejo, ya referido antes.

Coronel Hugo Enrique Trejo
[  Via: http://www.fundacionjoseguillermocarrillo.com/
HUGO ENRIQUE TREJO

MÉRIDA, VENEZUELA, 6 DE ABRIL DE 1922
CARACAS, VENEZUELA, 16 DE FEBRERO DE 1998

BIOGRAFÍA

Militar. Líder del alzamiento del 1 de enero de 1958. Hijo de José María Jiménez y de Josefa María Trejo Calderón. De joven realizó algunos oficios como ayudante de sastre, a la vez que estudiaba primaria y secundaria; el 3 de octubre de 1938, culminado el tercer año de bachillerato, se alista en las Fuerzas Armadas, a través de la Escuela de Clases de La Grita, estado Táchira. Allí es seleccionado para continuar estudios en la Escuela Militar de Venezuela de la cual egresa como subteniente, en el primer puesto de la Promoción Francisco de Miranda en enero de 1943. Asignado al Batallón Venezuela N° 1 de la guarnición de Mérida, participó engañado –según lo afirma en sus escritos- en el derrocamiento del presidente Isaías Medina Angarita en octubre de 1945. Estuvo designado en guarniciones de Maracay y Caracas y se especializó con notable desempeño en la rama de artillería, por lo que en 1950 fue becado para realizar estudios de Estado Mayor en la Escuela Superior del Ejército en Madrid, egresando de la misma en el puesto número uno bis, por su condición de extranjero, de la promoción N° 50. Regresó de España el 11 de junio de 1954 y se incorpora al Estado Mayor General del Ministerio de la Defensa como Jefe del Negociado de la Organización de la Tercera Sección. Un incidente con el ministro del Interior, Laureano Vallenilla Lanz, le valió que su traslado del Ministerio de la Defensa a la Escuela de Estado Mayor del Ejército y a la Escuela de Aplicación de las Fuerzas Armadas de Cooperación como profesor. Durante este tiempo, mantuvo una conspiración silenciosa hasta comienzos de 1957 cuando inicia lo que llamó la acción definitiva de un movimiento insurreccional para derrocar a la dictadura de Marcos Pérez Jiménez; con este propósito, organiza células integradas cada una por cinco oficiales tanto en los cuarteles de Caracas como de Maracay. El movimiento se va ampliando con la incorporación de nuevos militares descontentos con el régimen; la insurgencia militar comandada por Trejo se lleva a cabo el primero de enero de 1958. Toman el Cuartel Urdaneta, ubicado al oeste de Caracas, pero la carencia de municiones y el poco potencial de combate le impidieron apoderarse del palacio de Miraflores, por lo que decidió ocupar a Los Teques como punto estratégico de comunicación entre las guarniciones de Caracas y Maracay. La rebelión no tuvo el éxito esperado, pues los jefes de la Fuerza Aérea, comprometidos con la insurgencia, la abandonaron y Hugo Trejo fue detenido el 2 de enero y trasladado a los sótanos de Miraflores. A partir de este alzamiento militar se crea una crisis que resquebraja el poder absoluto que hasta el momento tenía el primer mandatario en el seno de las Fuerzas Armadas, y las organizaciones políticas que se oponían a la dictadura cobraron mayores ímpetus y veintidós días después se produce el levantamiento que pone fin al gobierno del general Pérez Jiménez. Ya en libertad, el Comandante Trejo asume la Sub-Jefatura del Estado Mayor General y emprende una campaña para estabilizar el naciente proceso democrático y de prédica de su doctrina: “Democratización de las Fuerzas Armadas e integración al pueblo de Venezuela”; su liderazgo y creciente popularidad resultaba incómodo para algunas de las figuras del nuevo poder político, a lo cual se sumó su posición determinante para que los coroneles Roberto Casanova y Abel Romero Villate abandonaran la recién creada Junta de Gobierno, acusados de ser herederos directos del antiguo régimen; las intrigas de algunos oficiales molestos por su influenciaque ya empezaba a notarse en las Fuerzas Armadas dieron resultado: el gobierno dispuso que Trejo debía abandonar el país y el 27 de abril de 1958 parte como Embajador en Costa Rica, en una suerte de exilio que se prolongaría por varios años; al día siguiente un titular de El Universal decía: “Con lágrimas y cantos del Himno Nacional despidieron a Hugo Trejo en Maiquetía”. Los pormenores de esta experiencia los narró en su libro "La revolución no ha terminado". En 1960 es trasladado a Washington como Jefe de la Delegación Venezolana ante la Junta Interamericana de Defensa; en 1961 es ascendido a Coronel. En 1963 es enviado como Agregado Militar de la Embajada venezolana en la República Federal de Alemania; viaja a España en 1965 a realizar estudios superiores de Altos Mandos Militares y el Curso Superior de Guerra Subversiva. En 1966 el gobierno de Venezuela lo propone como Embajador en Honduras, pero esta nación lo declara persona no grata, debido a la oposición sostenida en el pasado frente a la dictadura de Anastasio Somoza en Nicaragua. De regreso al país, se niega a aceptar un nuevo cargo de embajador por lo que llevado a un consejo de investigación que lo declara en disponibilidad y retiro; ante esta situación solicita la baja que le es concedida en septiembre de 1967.

Hugo E. Trejo dictando una conferencia.
A partir de entonces se dedica a la docencia en el Liceo Vista Alegre de Caracas y en la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez, además de Director del Colegio de Mejoramiento Integral y Actualización Profesional del Instituto de Oficiales en Situación de Disponibilidad y Retiro; también fue Director General de Calcetines Master. Convencido de la legitimidad de los derechos de Venezuela sobre las aguas del golfo de Venezuela, publica en 1975 "Basta de concesiones a Colombia", libro en defensa de los límites venezolanos y de denuncia de posibles acuerdos contra los intereses nacionales. Con igual pasión se dedicó a las labores sociales como administrador de los asilos para ancianos de escasos recursos: Casa Nazaret, Casa Corina Bertier y Director del Colegio Nuestra Señora del Valle, ubicado en Vista Alegre, Caracas. En 1990 fundó una agrupación política denominada Movimiento Nacionalista Venezolano Integral (MNVI), para incorporarse a la lucha política de ese momento en el país; tras el alzamiento militar del 4 de febrero de 1992, apoya y defiende a los oficiales detenidos, convirtiéndose en vocero de sus planteamientos políticos. Sus profundas convicciones religiosas lo llevan a realizar estudios que le permitieron actuar como Ministro Extraordinario de la Comunión y participar activamente en su parroquia de Vista Alegre, Caracas, llevando la comunión y consuelo a ancianos y enfermos. Falleció de cáncer en el Hospital Militar de Caracas, quiso ser velado vistiendo el hábito de la Tercera Orden de San Francisco de Asís, de la que fue miembro por más de treinta años y que sus cenizas se esparcieran en el Pico del Águila de la Cordillera de Los Andes. Le sucede su esposa Carmen Mogollón y sus siete hijos. ]
Hugo Enrique Trejo
A los pocos días de aquel inusual comienzo de año, y luego de sofocar a medias aquella fractura interna, el General Rómulo Fernández, Jefe del Estado Mayor General, es decir, el portavoz del Alto Mando militar, le presentó al Presidente Pérez Jiménez un memorando que expresaba los reclamos y cambios esperados por las Fuerzas Armadas.
Era la segunda estocada interna y aunque aquella también fracasaría, representaba la evidencia de una crisis que ya se desencantaba. Aquella especie de pequeño golpe de Estado protagonizado por el General Fernández significó cambios en el Gabinete Ejecutivo, pero sobre todo, la salida de Vallenilla Lanz y Pedro Estrada del gobierno.
El mismo Pérez Jiménez asumió entonces el Ministerio de la Defensa, tal como en los tiempos del otro dictador de triste y nefasto recuerdo en nuestra historia, Juan Vicente Gómez, pero con ello evidenciaba sus vanos esfuerzos por retomar el control de unas Fuerzas Armadas que ya conspiraban por doquier en su contra.


Ya que fuera se sentían con derecho a sustituir y retomar el poder para sí, o porque rechazaban aquella forma de gobierno, las Fuerzas Armadas no apoyaban a Pérez Jiménez. Sería entonces cuando el mes de enero de 1958 se tornaría en una especie de abismo sin retorno.
Estudiantes, protesta en 1957
En noviembre de 1957 los estudiantes de la Universidad Central de Venezuela habían protagonizado una protesta interna que anunciaba lo que estaba por venir. En enero del 58 se sumarian las protestas y se multiplicarían los pronunciamientos públicos de diversos sectores contra la dictadura. Detal forma que el llamado hecho por la Junta Patriótica a realizar una huelga general el 21 de enero se realizó a nivel nacional, sobrepasando las propias expectativas de sus organizadores y agudizando la resistencia y los enfrentamientos que sostendrían hasta el mismo día 23.


En la Avenida México, Caracas.
A las manifestaciones públicas, tales como el corneteo generalizado de los automóviles, el repique de campanas, el cierre de establecimientos comerciales y los enfrentamientos armados entre civiles y fuerzas del orden, se iban sumando los alzamientos de las distintas Fuerzas Armadas.

El final ya ha sido referido. En la madrugada del 23 de enero Marcos Pérez Jiménez, su familia y algunos estrechos colaboradores, abandonaron el país. Se iniciaba así la segunda parte de aquel hecho histórico que significó el 23 de enero: la conformación de un nuevo sistema político democrático (NOTA DE TAIMA: solo representativo/pitiyanki).

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