R: Morella Miller
¨Combatís su resistencia y luego, con gravedad, decís que fue liviandad lo que hizo la diligencia.¨
En San Miguel Neplanta, en el sureste mexicano, nació, el 12 de noviembre de un año aún no definido, pero se señalan dos versiones, una que pudo ser en 1648 la otra en 1651, Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana. Era ilegítima de un oficial vasco, Pedro Manuel de Asbaje y Vargas Machuca y de la criolla, Isabel Ramirez de santillana.
Su herencia mestiza y su precocidad, la llevaron a aprender el castellano y el náhuatl, por tanto, cultivó la metáfora en dos lenguas. Su infancia transcurrió entre relatos y leyendas autóctonas pero también entre libros de la bien surtida biblioteca de su abuelo, que de manera ávida, y a veces escondida, leyó. tras la muerte del patriarca familiar, Juana es enviada a la casa de su hermana en Ciudad de México. Allí, la joven se dedica al aprendizaje del latín.
Con diez y seis años ingresa a la corte del Virrey, donde se ganó el afecto especial de la virreina Leonor María Carrero, Marquesa de Mancera, quien la permitió profundizar sus conocimientos en matemáticas, filosofía, teología y letras, artes y ciencias que para ese momento eran prohibidas a las mujeres.
A los 19 años, cuando comienza la presión social para que se despose, Juana decide continuar sus estudios y solo podía hacerlo sin un marido. Por ello, ingresa al convento de San José de las Carmelitas descalzas. Este primer intento de consagrarse a la vida religiosa fracas, ya que el espíritu culto y libre de Juan no pudo soportar el rigor de las reglas que rayaban en el maltrato.
Regresa al palacio al lado de sus virreyes benefactores durante un año más. Al parecer , en ese período sufrió una decepción amorosa, ya que su condición de ¨ilegítima¨ le impedía a algún caballero contraer matrimonio con ella.
entonces se interna en el convento de Santa Paula, de la orden de las Jerónimas, y allí se convierte, el 24 de enero de 1669, en Sor juana Inés de la Cruz.
Su erudición era tan reconocida en la época, que constantemente recibía la visita de escritores, políticos y científicos que solicitaban sus consejos. Debido a su notoria fama como reconocida intelectual, la misoginia del sistema comenzó a perseguirla tras su carta Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, donde expone su crítica al pensamiento del obispo de Puebla.
Se le conmina entonces a alejarse de toda actividad filosófica y a dedicarse, como mujer, solo a los quehaceres propios de una religiosa: la oración y la obediencia. Luego de escribir una notable y profusa obra, sor Juana decidió hacer caso a sus verdugos y vendió su biblioteca.
El 17 de abril de 1695, Sor Juana murió al contraer cólera durante una epidemia que azotó la ciudad. Pese a los esfuerzos de sectores reaccionarios de la iglesia católica, parte de sus escritos lograron se rescatados y publicados para el bien de las futuras generaciones. Sus versos son considerados los más elevados de la poesía barroca hispanoamericana y sus ideas son la semilla de un pensamiento pro-feminista. No en vano la han denominado El Fénix de México y la Décima Musa.
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