Cuando comencé Arquitectura en la U.L.A., me tocó la maravillosa experiencia de vivir en una pensión para estudiantes. Recuerdo a su dueña con afecto: la Sra. Baena, hermana de un primo político mío (Carlos Jácome); ahora leo que alrededor de 1890/1900, existía en la capital, frente al Banco Caracas, una pensión para estudiantes del interior que venían a la Universidad Central. Tenía cuartos separados por humildes tabiques, con roperos siempre vacíos, para jóvenes, quienes mandaban semanalmente a lavar “fiado” su cuello de “palomita” y su camisa “veintiúnica” con dedicadas lavanderías chinas. Por supuesto, se escondían para evadir el pago (faltante) al chino que repartía la ropa cada fin de semana. Narra C. Clemente T. que un día llegó a la pensión un muchacho cumanés quien adquirió la costumbre de utilizar los servicios de los chinos, con la característica falta de dinero, cuando una tarde…
Espere, doña que me voy a esconder…”
Pero el chino, ante la súplica del fiado por la señora, respondió lacónicamente:
“Si no hay leal no hay lopa”.
Hoy esa frase es lugar común venezolano para negar el “fiado”…
No hay comentarios.:
Publicar un comentario