A Bárbara Teide la ví por primera vez en persona en una de aquellas ferias navideñas del Ateneo de Caracas donde ahora hay una universidad. Estaba al lado de un caballito de madera que vendían en un puesto de juguetes;siguiendo la dirección de su mirada estaba del otro lado del caballito una niña chiquita que no terminaba de decidirse a montarlo.Bárbara, ni corta ni perezosa se montó sobre él, un poco en broma y un poco para demostrarle a la niña, ahora perpleja, qué era lo que tenía que hacer. Se balanceaba sobre el caballito y miraba a la asombrada niña con una sonrisa.Yo tampoco podía dejar de sonreír. Aquello me hizo recordar a Libertad Lamarque en una escena de "La mujer que no tuvo infancia", donde la otrora "Novia de América" hacía algo parecido. En aquel momento no me atreví a intentar conocerla ¡Que bella se veia! Tuve la oportunidad de conocerla años despues en las reuniones de la fallida Asociación de Actores de Venezuela;conversamos en varias ocasiones;una sola vez la llevé hasta su casa y por supuesto, estaba encantado.
Sus consejos me sirvieron de mucho para abordar el personaje de José Gregorio Hernández en "Amores de Barrio Adentro". Ella fue Isolina,la hermana de José Gregorio pero no junto a este servidor sino con el actor Américo Montero,hace ya muchos años atras. Ella me confirmó que, efectivamente, Américo terminó un poco trastornado con el personaje, imponiendo manos, bendiciendo viejitas, nunca terminó de soltar al personaje. También me contó que trabajó en un unitario televisivo junto a otra bella pero muy arrogante actriz: María Félix. En un descanso en el rodaje la actriz de Sonora peinaba ella misma sus cabellos con un cepillo, a su lado estaba Bárbara.En un gesto sutilmente despreciativo la Félix puso su cepillo más arriba de Bárbara y dejó caer con un movimiento varios de sus cabellos, como diciendo: ¡Vamos,recógelos! La divina Bárbara simuló por un instante sumisión, puso sus manos en forma de cuenco pero apenas aquellos cabellos entraron en contacto con su piel hizo un gracioso gesto con sus dedos dejandolos caer al piso, despreciando aquellos cabellos y replicando así, de forma sutil, el grosero gesto de la diva mexicana.
Sus consejos me sirvieron de mucho para abordar el personaje de José Gregorio Hernández en "Amores de Barrio Adentro". Ella fue Isolina,la hermana de José Gregorio pero no junto a este servidor sino con el actor Américo Montero,hace ya muchos años atras. Ella me confirmó que, efectivamente, Américo terminó un poco trastornado con el personaje, imponiendo manos, bendiciendo viejitas, nunca terminó de soltar al personaje. También me contó que trabajó en un unitario televisivo junto a otra bella pero muy arrogante actriz: María Félix. En un descanso en el rodaje la actriz de Sonora peinaba ella misma sus cabellos con un cepillo, a su lado estaba Bárbara.En un gesto sutilmente despreciativo la Félix puso su cepillo más arriba de Bárbara y dejó caer con un movimiento varios de sus cabellos, como diciendo: ¡Vamos,recógelos! La divina Bárbara simuló por un instante sumisión, puso sus manos en forma de cuenco pero apenas aquellos cabellos entraron en contacto con su piel hizo un gracioso gesto con sus dedos dejandolos caer al piso, despreciando aquellos cabellos y replicando así, de forma sutil, el grosero gesto de la diva mexicana.
Ahora que Bárbara no está, pienso que hubiese sido muy bueno que se hubiera despedido televisivamente junto a José Gregorio. Yo le propuse la idea pero ella me dijo que no, que ya no, que había interpretado a lo largo de su carrera todos los papeles de buenas y de malas ¡Y vaya que fue una de las mejores villanas de la televisión!
Así que aquella última escena la creo y la recreo en mi imaginación: La bella Bárbara toca la puerta de la casa de José Gregorio Hernández, la hago pasar y hablamos; hablamos de su vida; primeros planos que privilegien ese rostro ¡Porque fue tan bella Bárbara! Me cuenta de esa cierta y extraña angustia en sus palabras; del dolor de no volver a actuar o el de negarse a actuar, sus bellos e inolvidables ojos humedecidos por alguna emoción y no sé, hablar luego del sentido de la vida o el sin sentido; de la alegría de las cosas buenas vividas; Tal vez de cosas metafísicas o leer juntos aquello de la Biblia : toda cosa tiene su tiempo bajo el sol y cada cosa su momento, tiempo de llorar y tiempo de reír, tiempo de sembrar y tiempo de cosechar, tiempo de nacer y tiempo de morir.
Armando Monasterios
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