“¡AGUA CALIENTE PARA EL INSURGENTE”! FUE EL GRITO QUE OYÓ EL GENERAL ORIENTAL JOSÉ FRANCISCO BERMÚDEZ AL SENTIR UN BAÑO DE AGUA HIRVIENDO SOBRE SU HUMANIDAD UNIFORMADA.
ERA 1821, AÑO DE LA BATALLA DE CARABOBO, CUANDO PASABA BERMÚDEZ CON SU ESTADO MAYOR POR LA CARAQUEÑA ESQUINA DE “EL CUJÍ”. PRECISAMENTE FRENTE A LA MANSIÓN NUMERADA CON EL 53: ERA LA OSTENTOSA CASA DE LAS ECHENIQUE, DESDE DONDE RECIBIÓ LA GRAN AFRENTA. APARTE, VENÍA DE SER DERROTADO POR LA GUERRILLA REALISTA, EN "EL CALVARIO", DEBIDO AL TOQUE DE HUIDA DE UN CORNETA QUE DESBANDÓ A SUS TROPAS.
EL PROCER ORIENTAL, INDIGNADO, QUERIENDO VENGARSE, AÚN SOBRE SU CABALGADURA, FEROZ, DESCARGÓ SU ESPADA SOBRE EL PORTÓN, DEJÁNDOLO MARCADO PARA SIEMPRE.
NUESTRA ESCRITORA, CARMEN CLEMENTE TRAVIESO, DETALLADAMENTE, NARRA Y CONTEXTUALIZA EL TRISTE EPISODIO EN SU OBRA “LAS ESQUINAS DE CARACAS” DICIENDO: “ERA ESTA CASA, CON SUS TESOROS ARTÍSTICOS, CON SUS COSTUMBRES FEUDALES, CON SUS IDEAS RETRÓGRADAS, UN REDUCTO DE LO MÁS CARACTERÍSTICO DE AQUELLA VIEJA SOCIEDAD, EMPEÑADA EN ETERNIZARSE EN EL PODER DESCONOCIENDO LA EVOLUCIÓN QUE SE OPERABA EN LOS PUEBLOS”.
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