Apocalipsis. 3:1617

"Mas porque eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca."

Lo cultural/ideológico en manos explotadoras: manipula, mediatiza, limita y oprime hasta la total dominación.

sábado, 16 de julio de 2011

16 de julio 2011: El saco de visón de mi tía Consuelo – Newsletter #535

Editorial Monografias.com
por Mora Torres
Publicado el 14 de Julio de 2011 por Mora Torres
Una fotografía del presente se deslizó hacia ayer (Inmigración: fotografías) y mis ojos de cuando era niña sorprendieron esa imagen de mí (El sí de las niñas): cómo envidio a esta hada madrina (Mal de ojo), a esta hada vieja (Psiquismo y elementales) fumando junto al fuego una mañana de frío.
Es julio, estoy un poco resfriada y tengo mi chimenea (Efectos de la gripe humana AH1N1); mis lápices están ordenados por color sobre la mesa, en cuanto lo deseo, escribo o canto, ya con tinta vacilante, ya con voz oxidada, y estoy completamente sola en ese viento de alegría (Canto a la vida).
El sacón de mi tía
“No venderé este saco de visón, heredado, porque trae, junto con su hermosura, escenas felices de cuando su dueña paseaba por las calles preocupada tan solo por el brillo del sol”, pensé (La mujer vestida de sol).
En la trama donde se incrustaba cada hilo podía sorprenderse la antigua alegría de mi tía, la dueña del visón, eran espejos móviles que la mostraban, había quedado su sonrisa, su andar movía el resplandor y ella caminaba a mi lado otra vez.
Vi el árbol que ella me mostró, circundado por flores, vi las violetas que prefería, y el perfume fresco de su blusa inundó la pieza, estábamos ella y yo, como dije, otra vez en el mundo y el mundo era aquel de cuando yo era niña y se movía como la rueda del mundo sobre los jardines.
“Allá está la hamaca y la abeja que revoloteaba por tu casa”, exclamé “allá está el día en que me leíste una Florecilla de San Francisco que dio contra mi corazón con fuerza, y que todavía conservo y allá tengo cinco años y te pregunto qué siente Dios cuando en misa le ofrecen incienso, incienso, nombre que me cuesta repetir”, le dije mientras hacían girar la rueda.
Poco después de esta aparición yo repetía aquello: “no venderé mi saco de visón heredado de mi tía”. Pero los días son caníbales (El canibalismo: ¿Necesidad, crimen o cultura?), y el corazón infiel, y el vehículo del corazón que giraba y giraba fue a caer a una feria americana, donde miraron las huellas del brillo de mi tía con ojos codiciosos y ofrecieron cuatrocientos pesos por un resplandor de incienso y mirra.
Envío
Más que envío, esto es un aparte, como los personajes de los teatros antiguos se retiran y como si ninguno de los demás personajes de la obra los oyera hablan con el público, y digo esto:
Además de la nostalgia, además del recuerdo de mi tía, ¡qué frío, qué bien me vendría aquí entre las sierras el saco de visón! Pero… también lo vendí porque me partía el alma cierta conciencia ecologista…

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